El significado de la vida es… ver la belleza y disfrutar de la visión, insistió. Incluso intentó suicidarse una vez, sólo para salir de ello con una constante compulsión por ver y buscar nuevas formas de sabiduría en el mundo que la rodea.
Esa era la cara de un… hombre interesante.
La mirada de alguien en quien siempre se puede confiar para hablar de la sabiduría cuando nadie más está dispuesto a hacerlo, ni siquiera ella misma.
Y aún así… ¿por qué lo había sentido en sus entrañas, cuando finalmente habían llegado al estrecho pasillo, el pasillo lleno de promesas?
¿Por qué tenía tanto miedo del pasillo, de la oscura habitación con sus sombras, llena de los sonidos de la respiración pesada y los gritos de Cenicienta Caída?
Presionó su pulgar contra el mapa para distraerse del miedo al pasillo. El mapa que la ayudó a encontrar el lugar al que iría si tuviera que hacerlo, si alguna vez le temiera a algún lugar.
Le había ayudado a planear adónde iría cuando tuviera doce años. Cómo golpearía a la niña en el fondo del pasillo y se aseguraría de volver a verla.
Y esa vez…
Cinder había estado planeando qué hacer con ellos.
Había habido un anhelo dentro de ella, una inquietud que sólo había empezado a desvanecerse cuando supo que el mundo le daría la bienvenida cuando cumpliera doce años. No había tenido un plan, porque cuando empezó a pasar por su vida más importante aprendiendo a ser una cazadora, sabía que tendría miedo de perder lo que ya tenía. Eso sería fácil, tal vez tendría algunas dudas, pero tendría a sus padres en la casa segura de Vale, tendría a todos sus amigos y familia.
Sus padres, para variar. No los tenía ahora, eso era seguro. La cazadora iba a ser su madre de alquiler, iba a estar ahí para ella en cada paso del camino.
Pero ahora…
Sus padres serían viejos y enfermos, no habían nacido entonces.
Si podía llevarlos a la casa segura de Vale, cumpliría doce años y volvería a su habitación, esperando que su madre y su padre se durmieran.
Pero la espera había comenzado cuando la habían llevado a la cuna. Se había negado a abandonarlo, con la esperanza de poder volver a casa, al mundo en el que vivía ahora. Tenía que convertirse en una cazadora.
Había luchado en sus lecciones, había sido herida en una lección que le había dado detención por dos días. Tendría que tomar el resto como castigo, no estaba segura de por qué la habían retenido. Se había convertido en ropa de cama, pero en realidad fue por una hora, tal vez dos. Nunca se había sentido tan cansada.
Su madre le había quitado su mesada, sin ninguna discusión. Ese era su principal problema, no la enseñanza y no el dinero. Pero Blake Belladonna había pasado los últimos días no con las palabras que ella deseaba sino con el silencio, porque no tenía nada más que decir.
Ella también había colgado a su padre, se daba cuenta de que era una herida profunda en su interior, nunca había hablado tanto con su mujer como con ella, y ahora Blake Belladonna le miraba, haciendo lo posible para esperar que de alguna manera pudiera volver a hablar con ella, pero los años fueron duros para el amante. Blake se sentía más solo que antes, y ella se habría sentido más sola si no fuera por su hija.