No me gusta que me engañen, y lo que hacen los señores de RAM roza el engaño. ¿A quien no le gusta un chocolate a la taza? Calentito… espeso… acompañado de unos bizcochos. Mi abuela lo hacía derritiendo una tableta de chocolate con leche y alguna cosa más. Pero claro, ahora lo queremos todo al instante. Vivimos en la era del lo quiero y lo quiero ya. Vas al supermercado, echas un rápido vistazo a los estantes y ves esto:
¡Bien! Justo lo que buscaba. CHOCOLATE A LA TAZA, listo para tomar. ¿verdad? Pues no… En un primer vistazo vuestro cerebro lee «CHOCOLATE», con el adjetivo de «TRADICIONAL», que suena muy bien y luego el ojo va un poco más arriba, cerca del logotipo y lee «A LA TAZA». Pero leamos mejor. En realidad pone «RAM a la taza. El sabor del chocolate tradicional».
La legislación española es estricta, en el etiquetado debe indicar que contiene el envase. Y en este caso contiene «RAM a la taza». El resto es una frase en la que se juega a engañar a nuestro cerebro para que crea que está comprando «Chocolate a la taza». Veamos los ingredientes:
Vaya, vaya… así que vuestro «RAM a la Taza» no es más que leche con azúcar y almidón para espesar… El cacao se añade a la mezcla hasta completar un grandioso 2,60%. Es decir, nos están vendiendo leche pastosa, con algo de aroma a chocolate y vainilla. Igualito que lo que hacía mi abuela, oiga.